Braulio Herrera está desde hace 23 días encerrado en un templo. La Iglesia Evangélica lo acusó de "fanático" y dice que sus seguidores, entre los que hay 19 niños, fueron influenciados "por la idea de una inminente catástrofe". "Estamos convencidos de que responden a un fanatismo religioso extremo que no compartimos y hacemos responsable de estos acontecimientos sin precedentes y de sus consecuencias a la persona de Braulio Herrera", señaló el comité ejecutivo de la Iglesia Evangélica Pentecostal Asamblea de Dios en una nota divulgada en La Habana. En el texto, aseguró que después de "recurrir a posturas desafiantes, contrarias a la práctica del Evangelio, el hombre fue expulsado de la organización". Por ello, se le retiraron sus credenciales, tras lo cual asumió "una actitud de rebeldía y desacato"...
La congregación subrayó que el templo, ubicado en una céntrica calle de la capital cubana, se "encuentra bajo ilegítima posesión", por lo que instó a Herrera a entregarlo "pacíficamente". Los fieles, aislados en un retiro espiritual desde el 21 de agosto, fueron "influenciados por la idea de una inminente catástrofe", indicó la Iglesia, que hizo un reconocimiento a la respuesta de las autoridades cubanas a su llamado.
El lugar permanece acordonado desde el viernes por decenas de policías de uniforme y de civil. Desde el domingo, el régimen está mediando para resolver la crisis y poner en libertad a los 61 enclaustrados por su propia voluntad, entre los que hay cuatro embarazadas y 19 niños. William Herrera, de 26 años, hijo del pastor y quien asumió la vocería del grupo, declaró este martes que "todo está funcionando perfectamente" dentro del templo y que el retiro se mantendrá "hasta que Dios diga".
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