En agosto arrancarán estas palas para aportar al sistema eléctrico nacional 33,45 megavatios. Son los primeros de un total de 100, que llegarán después en diferentes etapas. Ha sido la tozudez de EgeHaina o mejor, su convicción de que los vientos soplan en esa dirección, que lo de las energías limpias no es un cuento para ecologistas impenitentes y que no hay dirección más adecuada. En el camino quedan decenas de otras propuestas desechadas, de concesiones vencidas, de fondos que nunca aparecieron, préstamos que no se obtuvieron, de años de trámites eternos en las no siempre ágiles cámaras legislativas... y de inversionistas extranjeros desilusionados que se fueron resoplando, con sus millones y molinos, a otra parte. Encontraron, comentaban éstos con la prensa (y siempre ´off the record´) en aquellos días, todo tipo de zancadillas institucionales, dilaciones inesperadas, lagunas legales. Resuelto este último aspecto, primero con la Ley 57-07 de Fomento de Energías Renovables y luego su reglamento de aplicación, la empresa local EgeHaina decidió apostar a las energías limpias con una inversión de 100 millones de dólares. Han sido los necesarios para instalar los dos parques eólicos de Juancho, los 56 kilómetros de red para verter la energía producida a la línea central de transmisión eléctrica, construir caminos, dos subestaciones y la adaptación y refuerzo del muelle de Cementos Andinos para recibir los equipos.
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