Miles de personas abandonan la capital italiana por miedo a que un terremoto destruya la ciudad. Entre el 15% y el 20% de los empleados públicos no asistió al trabajo. Las autoridades tratan de evitar el pánico. El origen de este desasosiego fue un vaticinio del astrónomo Raffaele Bendandi, que murió hace 32 años. Benandi fue querido y despreciado. Nombrado Caballero del Orden de la Corona de Italia por Benito Mussolini en 1927 debido a su aparente capacidad profética en asuntos meteorológicos, también fue tildado de "charlatán".
Sismólogo autodidacta, fue un apasionado por la astrofísica, y se basaba en la posición de los astros para adivinar la actividad sísmica de la Tierra. Se le atribuyen varias predicciones que terminaron por cumplirse. En octubre de 1914, por ejemplo, escribió sobre la previsión de un sismo que tendría lugar tres meses más tarde. Y llegó el terremoto, de 7 grados de magnitud, el 13 de junio de 1915 en la zona de Abruzzo (sur de Italia).
De familia humilde y sin estudios universitarios, Bendandi también dio por sentado el terremoto del 21 de diciembre de 1923 en América Central. Su supuesta habilidad para adivinar la llegada de terremotos se hizo reconocida cuando ante un escribano de Faenza, aseguró el 23 de noviembre de 1923 que tendría lugar un sismo en la región de las Marcas el 2 de enero de 1924. Se equivocó sólo por dos días.
Antes de fallecer, Bendandi auguró que un terremoto destruiría Roma el 11 de mayo de 2011, y que además tendrían lugar otras dos catástrofes en mayo de 2012. En cambio la presidenta de la institución cultural 'La Bendandiana', Paola Lagorio, afirma que el sismólogo nunca mencionó el 11 de mayo, sino el 11 de marzo, fecha en la que tuvo lugar el terremoto de Japón. "No se trata de una profecía, sino un apunte sobre las manchas solares", añadió.
"Prever terremotos es imposible. Cada año en Italia se registran más de 10 mil terremotos imperceptibles, por lo tanto es probable que pueda haber algún pequeño temblor en la península, pero esto no significaría nada", ha indicado por su parte Mauro Dolce, responsable de la Oficina de Riesgo Sísmico y Volcánico de Defensa Civil. Ante todo esto, muchos romanos han encontrado una excusa para cerrar sus negocios durante esta jornada. Por vacaciones o por un luto imprevisto, los hay que no creen, pero por si acaso prefieren alejarse de Roma.
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