Mileydi Matos murió hace cuatro días, su familia sospecha que fue a causa de cólera, pero el acta de defunción se refiere a un paro respiratorio. Las cifras de enfermedades y mortalidad de la gente de La Ciénaga no coinciden con la del Ministerio de Salud. “Es que las autoridades maquillan los números, nosotros tenemos las direcciones y nombres de los enfermos y los muertos”, asegura Jesús Martínez, dirigente comunitario. En efecto, en este barrio, ubicado en la misma margen del río Ozama, las cañadas atraviesan las cocinas y baños de las empobrecidas casuchas, mientras los niños juegan descalzos y desnudos por los callejones y pisos húmedos de sus destartaladas viviendas. Los muertos. Esta semana, dos jóvenes que estaban presos en la cárcel de La Victoria, murieron a causa de la enfermedad.
Sin embargo, las autoridades remitieron ayer un informe a los medios de comunicación, en el que afirman que se registra una disminución de las muertes por cólera. No obstante, en los barrios de la periferia del Distrito Nacional y Santo Domingo, nada ha cambiado. Las cañadas están igual de sucias, la basura está por doquier y la gente sigue viviendo en casuchas, casi dentro del río y de las propias cañadas de agua sucia y malolientes. La pobreza y la indigencia son las responsables de este drama, pero cuando las autoridades dejan de venir al barrio, lo mismo hace la prensa, dijo una señora que asomó la cabeza desde su rancho, en La Ciénaga. En el barrio 27 de febrero, la dirigente comunitaria Cristina Sánchez denunció la existencia de un brote de la enfermedad bacterial. El cólera ha cobrado la vida de una persona adulta, mientras otras dos están ingresadas en el hospital Luis Eduardo Aybar, en Santo Domingo. La diarrea es la enfermedad más común.
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