Hasta hace menos de un año, Tiger Woods era el deportista mejor pagado del planeta y era el número uno del golf mundial, con récord de permanencia incluido. Hace menos de un año, pero parece que haya pasado una eternidad. Puede que, junto al momento en que se destapó el escándalo sexual de sus infidelidades matrimoniales, esta semana haya sido una de las peores de su carrera. Este viernes quedó fuera del torneo PGA de Estados Unidos, que se juega en Atlanta, tras no superar el corte en la segunda ronda de la competición. Y descendió al puesto número 30 del ránking mundial. Es "una sombra de si mismo", aseguró el periodista deportivo de la BBC Rob Hodgetts...
En 1999, tras sólo 42 semanas jugando como profesional consiguió llegar a número uno del mundo, todo un récord en aquel momento. Desde entonces, en los once años que lleva jugando "Grand Slams" -ha competido en 56- es la tercera vez que queda desclasificado. Es el colofón a una semana en la que ha visto ganar junto a otro golfista a su caddie de siempre, Steve Williams, del que se separó recientemente. Además, la noticia de su desclasificación llega como un jarro de agua fría para su economía, mucho menos bollante por su falta de victorias.
Derrumbe económico: En los últimos tiempos, y pese a haberse mantenido fuera del terreno de juego durante largas temporadas, sus cuentas bancarias se mantuvieron bien saneadas gracias a los contratos millonarios con sus patrocinadores. Algo que podría empezar a cambiar. El año pasado encabezó por séptima vez consecutiva la lista del deportista mejor pagado del mundo que elabora la revista Sports Illustrated, tras embolsarse US$90,5 millones en 2009. De esa cantidad, sólo US$20,5 millones provenían del golf, una cifra que ahora podría quedar dividida por veinte si no remonta su caída en picada en las clasificaciones. Según la cadena estadounidense CNBC, si este año termina en el puesto 28 o peor, ganará menos de US$1 millón por su juego. A eso se une que el aura de héroe invencible ya no le acompaña. Y a sus patrocinadores deja de interesarles. El pasado mes de julio, la marca de relojes TAG-Heuer, que no rescindió sus relaciones con el golfista cuando se produjo el escándalo conyugal, como hicieron otros sponsors, decidió que Woods no seguirá siendo imagen de la marca.
Golpe psicológico: Asuntos económicos aparte, esta semana el golfista, de 35 años, tuvo que hacer frente a otro duro golpe psicológico. Su antiguo caddie, Steve Williams, con el que trabajó desde 1999 hasta hace poco menos de un mes, ganó junto al australiano Adam Scott el torneo invitacional Bridgestone en Ohio, EE.UU. Su ex socio dijo al concluir el torneo: "ha sido la victoria más gratifcante que he tenido nunca". Cuando Woods anunció la separación, Williams aseguró que la noticia fue "un shock" y añadió que estaba "muy decepcionado". Sin embargo, en su nueva carrera alejado del 14 veces campeón del mundo parece irle mucho mejor que a su antiguo socio.
Para muchos la decadencia del astro del golf comenzó en noviembre de 2009, cuando salió a la luz su adicción al sexo tras publicar un tabloide sus escarceos extramatrimoniales. Su mujer y madre de sus dos hijos, Elin Nordegren, le abandonó y él se internó en un centro de rehabilitación durante unos meses. En 2010 volvió al césped, pero desde ese episodio no logró ganar ni un solo torneo. Woods ha estado de baja desde mayo pasado aquejado de problemas en la rodilla y en el tendón de Aquiles. Con su vuelta al Campeonato de la PGA esperaba reiniciar el camino del éxito. Pero el victorioso deportista que fue, parece estar cada vez más lejos.
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