Según una encuesta, en ese momento empieza la angustia, y se debe a que la rutina laboral está por comenzar. ¿Y si en realidad es porque sin la rutina se nota la soledad?. "Uffff los domingos son 'terribles', más por la tarde y en cualquier lugar del mundo, hasta en vacaciones, tanto en verano como en invierno.
Pienso que porque marca el fin del Finde y al día siguiente a 'recomenzar'", aseguró una de las participantes de un sondeo que realizó Infobae América vía Facebook (ver todos los comentarios en el enlace).
¿A qué hora se produce el fin? A las 16.13 según la encuesta realizada en Gran Bretaña por la cadena hotelera Premier Inn, de la que participaron 2 mil personas.
El dato parece corroborarse por la que hizo Infobae América. La amplia mayoría sostiene que el domingo se le termina a partir de las 16.00, cuando comienza a pensar en las actividades semanales.
¿Pero es verdaderamente la vuelta al trabajo lo que angustia? ¿Tan fuerte es el rechazo que se desperdicia casi un cuarto del fin de semana en lamentarse porque hay que volver a trabajar? Otros sostienen que lo deprimente del domingo no es que se avecina el regreso de la rutina, sino la ausencia de ella.
"Es el día en que más se nota la soledad"
Según el estudio, la manera de contrarrestar ese malestar es tener una agenda ocupada, hacer ejercicio y estar rodeado de gente. Pero tal vez haya que pensar las cosas al revés. Sentir que uno no tiene nada que hacer y, sobre todo, que no tiene nadie con quien compartir la vida es lo que deprime.
Por eso el trabajo es lo único que sostiene a personas que carecen de vínculos sociales fuertes y estables.
"Es el síndrome depresivo del domingo a la tarde, cuando nos damos cuenta de que estamos solos, porque en la semana, mientras trabajamos, no lo percibimos", contó el psicoterapeuta argentino Alfredo Moffatt, director de la Escuela de Psicología Social para la Salud Mental, en diálogo con Infobae América.
El 75 por ciento de los británicos encuestados aseguró que no abandona su hogar durante el domingo y, el 46 por ciento, que ni siquiera hablan por teléfono con otros.
"Sí, re-depre!!! Los días de semana estamos ocupados, y no nos detenemos a pensar, pero los fines de semana nos quedamos solos con nuestros problemas", admitió otra de las participantes en el sondeo que hizo este medio.
"Si estas solo... y ves que todos los demás tienen una vida... y vos no... en fin...", confesó otro.
"El domingo -según Moffatt- era el día de la familia. Se sustituía la tarea laboral por el compartir con los parientes. Pero hoy la familia casi no existe o es muy pequeña, entonces el domingo parece un vacío. Eso antes no podía pasar, porque era enorme. Por ejemplo, el almuerzo dominical era una fiesta".
De hecho, casi la mitad de los entrevistados por la compañía hotelera aseguró que si tuvieran más cosas para hacer durante el domingo no sufrirían esa depresión.
"Si no hay fútbol es un embole"
En la encuesta que realizó Infobae en Argentina no es unánime que el domingo se termine a las 16 horas.
Casi la misma cantidad de personas asegura que el fin de semana culmina a las 20.
Casualidad o no, la fecha del torneo argentino de Primera División suele finalizar pasadas las 20 horas. Si algo no se puede negar es que el fútbol es una pasión colectiva en todo el mundo, pero muy especialmente en Argentina.
Ya sea juntarse con amigos para ir a la cancha o para ver los partidos en un bar, el fútbol une a las personas, creando lazos sociales. Quizás por eso sea una de las vías de escape más efectivas contra la depresión del domingo.
En cualquier caso, Moffatt cuestiona la posibilidad de determinar un horario exacto para la irrupción de un fenómeno tan complejo como la angustia. "Una estadística así es un poco fantasiosa.
No hay un momento preciso en el que se produce la depresión. Es un proceso".
Este no es el primer estudio que muestra que las personas están muy angustiadas en la actualidad. Vivimos en sociedades fragmentadas e individualizadas que las dejan solas. Cada uno tiene muchos conocidos, pero poca gente con la que puede contar verdaderamente. Sin la familia y los amigos del barrio tan presentes como antes, los sujetos se ven obligados a encontrarle un sentido a la vida por sus propios medios. Y cuando ese sentido no aparece, o sólo puede hallarse parcialmente en el trabajo, los domingos se vuelven muy deprimentes.
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