La tormenta más devastadora en décadas alteró las rutinas de la Costa Este, al cortar las comunicaciones, alterar el comercio y dejar a millones de personas sin luz. Una debilitada Sandy, que pasó de huracán a temible supertormenta, mató al menos a 50 personas, varias aplastadas por la caída de árboles. Y las penurias no terminan.
El fenómeno avanzó tierra adentro a través de Pensilvania, lista para encaminarse hacia el oeste de Nueva York para volcar más de sus aguas y probablemente causar más estragos la noche del martes.
Dejó detrás a una aturdida e inundada ciudad de Nueva York, una anegada Costa Atlántica y un paisaje lunar de desorden y escombros: desde devastados paseos marítimos hasta masivos sistemas de transporte sumergidos bajo las aguas, además de una alterada campaña presidencial a una semana de los comicios. "La naturaleza es mucho más poderosa que nosotros", concluyo el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, al atender los daños a su ciudad.
La tempestad, que tocó tierra el lunes por la noche en el estado de Nueva Jersey, con vientos sostenidos de 130 kph, cortó el suministro de electricidad de más de 8,2 millones de personas en 17 estados, desde las Carolinas hasta Ohio.
Nueva York fue uno de los lugares golpeados con más fuerza. Su corazón financiero en el Bajo Manhattan cerró por segundo día consecutivo, y varios torrentes de agua de mar caían hacia los huecos de la zona en construcción en el Centro de Comercio Mundial.
La tormenta causó los peores daños en los 108 años de historia del sistema del tren subterráneo de Nueva York, de acuerdo con Joseph Lhota, presidente de la Autoridad Metropolitana del Transporte.
"Ésta fue una tormenta devastadora, quizá la peor que hayamos experimentado", coincidió Bloomberg.
El grado de la devastación en Nueva Jersey se fue revelando al amanecer. Las cuadrillas de emergencia recorrían la zona para rescatar a cientos de personas.
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