viernes, 30 de noviembre de 2012

El manga dominicano, una fusión cultural

En el esforzado mundo de los productores de historietas nacionales, unos pocos están desarrollando un tipo de cómic cuyos orígenes se remontan a Japón: el manga. Son creadores locales que han adoptado la estética de los ojos grandes, las narices estilizadas y las muecas exageradas a sus historias, pero con un giro: la incorporación de elementos dominicanos. 

Tiene una nariz puntiaguda, una sonrisa amplia digna de cualquier comercial de pasta dentífrica, y dos ojos tan grandes que en la vida real pasaría por extraterrestre. Es Paul Paz, el protagonista de la serie de manga dominicano Canquiña. A primera vista, el chico parece un personaje de historieta nipona, pero una serie de elementos lo delata: sus rizos amplios, su vestimenta de pelotero y, principalmente, el bate enorme que lleva en la mano. Paul Paz es dominicano, habla como dominicano, ha nacido de la creatividad dominicana, pero una parte importante de su estética viene del Japón. El presidente de Moro Studio, el grupo creador de Canquiña, lo resume así: “Siempre buscamos salpicar la cultura criolla en nuestro trabajo”.

Y esa es una consigna bastante transversal en los cinco principales estudios que desarrollan manga en el país. Relativamente nuevos, estos grupos fueron apareciendo tras el lanzamiento de las primeras producciones de influencia nipona en 2006, durante el Conanime organizado por Unibe. Impulsados por un gusto común hacia el cómic en general y la ilustración en particular, se caracterizan por estar compuestos de jóvenes apasionados, dispuestos a crear a cambio de muy poco. La fusión cultural domínico-japonesa atraviesa a los mangas nacionales, aunque los estudios se diferencian entre sí por la tónica de sus contenidos. Así, “Project Noa” de Jagua Studio, es una historia centrada en un joven superhéroe y con altas dosis de acción. 

“Para el año que viene tenemos proyectos más relacionados con la sicología, más occidental y de corte nativo”, explica Breilin Montero, presidente de este grupo. Alpha Eve, conocida en el medio local por su manga “Baka, el mito asesino”, rescata las tradiciones dominicanas de una manera particular. “La historia se basa en un senador dominicano obsesionado con capturar bacas para hacerse con el poder” explica Darwin Núñez, presidente y fundador del estudio. Rurrubel, en tanto, se caracteriza por centrarse en el género shojo: un tipo de manga donde las protagonistas son mujeres con algún tipo de magia. Apunta más a chicas y sus personajes son estilizados, de cara alargada y trazos finos. Telsa Blaze, en tanto, busca la difusión de valores: “La preservación, el compañerismo, el trabajo en equipo, el fin al bullying, la creatividad y la iniciativa a la lectura”, enumera Luigi Paredes, director de arte del grupo. Recientemente, este estudio publicó la revista Kan, y distribuyó 15 mil ejemplares en más de 72 colegios, de manera gratuita.

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