Los pequeños cerditos verdes no sabían lo que les esperaba. Sin ninguna advertencia, las aves les cayeron desde las alturas destruyendo todo en su camino. Pero no se trata de pájaros corrientes. Éstas son aves furiosas o Angry Birds, como se las conoce en inglés. El juego de Angry Birds (en donde unas ofendidas aves pelean contra cerdos que les robaron sus huevos) es una de las aplicaciones -o apps- más exitosas del mundo. Ha sido descargada más de 100 millones de veces y es sólo una parte de una industria global que -se espera- alcance un valor de más de US$30.000 millones en 2015. Una app es un programa que se instala en un dispositivo móvil -ya sea teléfono o tableta- y que se puede integrar a las características del gadget, como su cámara o sistema de posicionamiento global (GPS). Además se puede actualizar para añadirle nuevas características con el paso del tiempo. Las aplicaciones proveen acceso instantáneo a un contenido sin tener que buscarlo en internet y, una vez instaladas, generalmente se puede acceder a ellas sin necesidad de una conexión a la red. Cada vez más empresas están lanzando programas de este tipo para ayudar a sus clientes a encontrar restaurantes cercanos, por ejemplo. La empresa de investigación ABI Research asegura que en 2010 se descargaron casi 8.000 millones de apps en todo el mundo, lo que representa una clara muestra de su éxito. Sin embargo, crearlas es costoso. Una simple aplicación puede insumir US$32.000 y dos meses de trabajo (además de esperar que no salga una nueva tecnología que la vuelva obsoleta). Este precio se multiplica si se decide lanzarla para varios sistemas operativos. Por ejemplo, una app diseñada para el iPhone no funcionará en Android y viceversa. Después hay que pasar las pruebas de las compañías, como Apple, antes de comenzar a venderla -incluso si es gratuita- en sus tiendas virtuales. Una vez que llega a los anaqueles, entonces tendrá que competir con cerca de medio millón de aplicaciones.
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