No tiene colmillos, garras, ni cuernos. No muerde, no asusta, ni repugna. Por temibles que sean, ni el león, ni la víbora, ni el tiburón, ni la piraña igualan su récord de un millón de muertos por año...
El mayor predador del hombre no mide más de 5 milímetros. Pero eso le basta para ser el vector de enfermedades más eficaz de todo el reino animal. Se trata de la hembra del mosquito, lo más parecido que hay a una aguja hipodérmica con alas. Esta arma mortal se siente atraída por el ácido láctico y otros componentes de la transpiración humana, que detecta a través del olfato. El sudor veraniego es, por lo tanto, una fuente de atracción irresistible. También huele el dióxido de carbono que exhalan las personas.
Sin embargo, el hombre no es del todo consciente de su peligrosidad. Se vive su asedio más como una molestia -zumbido incluido- que como un riesgo mortal. "Entre los muchos agentes patógenos que un mosquito puede vehiculizar, escribió Constance Casey, ex jardinera del Servicio de Parques de Nueva York, en Slate.fr, el peor es el paludismo (o malaria), que cada año mata a más de un millón de personas, de las cuales dos tercios se encuentran en el África subsahariana y son, en su mayoría, niños menores de 5 años". La especie transmisora de esta enfermedad es el anopheles.
Decididamente, el mosquito no tiene la reputación que se merece. Si lo comparamos con la mala prensa de bestias tales como las víboras, las arañas, los tiburones o los felinos, el insecto maldito sale muy bien parado en relación con sus antecedentes predatorios.
Ahora bien, como lo aclara Casey, existen 2.600 especies diferentes de mosquitos y no todas vampirizan al hombre. Entre ellas, sólo 80, es decir un 3% del total, chupan sangre humana. Algunas especies cumplen un rol polinizador de plantas. E, incluso, los que pican al hombre, no se alimentan sólo de él: en los ratos "libres" buscan sustento en las flores, fertilizándolas. El mosquito macho, además, es inocente, se nutre sólo de néctar.
Cabe también precisar que la sangre humana no es la comida base del mosquito, sino la fuente de proteínas que la hembra necesita para desarrollar sus huevos. La extracción de sangre es, por lo tanto, una etapa indispensable en el ciclo reproductivo de varias especies de mosquitos. La sangre humana, explica Casey, contiene "una mezcla muy rica de proteínas, hierro, grasas y azúcar que desencadena el funcionamiento de los ovarios de una hembra mosquito".
Algunos afortunados exudan una molécula que no agrada a las hembras picadoras y, por lo tanto, serán salteados. Eso explica que ciertas personas sufran mucho más que otras el asedio de estos insectos, cuya picadura es un proceso sumamente interesante. La trompa de la hembra está formada por dos tubos -uno aspirador, otro salivario- rodeados de aristas cortantes que, al picar, se deslizan una contra otra, como la sierra de un cuchillo eléctrico, para cortar la piel. Mientras busca un capilar sanguíneo, inyecta un anticoagulante a través del tubo salivario en el aspirador para que no se tape. "En apenas 90 segundos, (la hembra) puede absorber hasta tres veces su peso en sangre" (vea el video).
La hinchazón y picazón que provoca constituyen la reacción del sistema inmunológico humano. Los mosquitos son anteriores al hombre sobre la Tierra, por supuesto. Aparecieron hace más de 200 millones de años. En algún momento, "descubrieron" la sangre del mamífero y desde entonces no han dejado de asediarlo.
Se reproducen a gran velocidad y cantidad en las aguas estancadas. Del huevo de una hembra se forma otro adulto en cinco días; y pone muchos huevos. El vector del paludismo pone huevos por centenas. Muchas especies de mosquitos, incluidas las más peligrosas, como el Aedes aegypti (transmisor del dengue), se han adaptado muy bien a la era industrial, reemplazando los charcos naturales por neumáticos usados, latas y otros recipientes en los que se acumula el agua de lluvia. Un frasco viejo con algo de líquido sucio puede bastar para esta operación reproductiva.
Entre sus predadores -y por lo tanto aliados del hombre en el combate contra el aguijón asesino- están los peces, que devoran sus larvas. También las libélulas y, en mucha menor medida, los murciélagos. Asimismo, aves como las golondrinas se alimentan de mosquitos. En su defensa, la hembra picadora podría alegar que los gérmenes patógenos que transporta los encuentra en el humano mismo. Ella sólo los lleva de un lado al otro.
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