El gigante sudamericano vive un boom del mercado de yates, lo que refleja el fuerte crecimiento económico. Varias empresas de ese rubro han abierto sucursales allí para atender la suntuosa demanda. Marcio Christiansen disfruta con sus relatos acerca de los brasileños ricos que visitan su salón de yates Ferretti, donde toman expresos sentados en un cómodo sofá y escuchando música electrónica suave. Un individuo pagó 2 millones de dólares por una embarcación, dijo Christiansen, cediendo a la presión de sus hijos, que durante media hora le insistieron: "¡Cómpralo, papi, cómpralo!". Otro inspeccionó un fabuloso yate de 16 metros (53 pies) y luego propuso ir a comer para hablar del negocio. "El mozo viene a tomar nuestro pedido y el cliente le pide que le dé un papel", cuenta el director ejecutivo de la sucursal brasileña de Ferreti. "Empieza a elaborar un contrato y llegamos a un acuerdo antes de pedir un sándwich"...
Brasil siempre ha tenido un selecto grupo de superricos con gustos extravagantes. Pero la demanda china de materias primas, que ha hecho subir los precios, y el hallazgo de grandes reservas de petróleo frente a sus costas han hecho que se expanda el mercado de estas embarcaciones, mientras se contrae en Europa y los Estados Unidos. Se pronostica que la cantidad de millonarios se triplicará de aquí a 2020. Esa clase, junto con una clase media que también crece, ha hecho que Brasil sufra menos que nadie el impacto de la crisis económica mundial que comenzó en 2008.
La exportación de productos como oro, azúcar, café y caucho generó ciclos de esplendor seguidos por períodos de crisis desde el siglo XVI. Esto creó una pequeña clase de gente muy rica y alimentó grandes desigualdades. Desde mediados de la década de 1990, no obstante, las reformas económicas adoptadas tras el retorno de la democracia han distribuido un poco más la riqueza y programas sociales del gobierno adoptados a partir de 2003 sacaron a 20 millones de personas de la pobreza. El boom del mercado de yates refleja el crecimiento económico brasileño. Las ventas de embarcaciones crecieron un 30% anual desde 2008 en Brasil, según voceros de la industria, quienes destacan que en mercados más tradicionales, como los de Europa y los Estados Unidos, las ventas de los yates más caros bajaron un 70 por ciento.
Para la casa italiana Ferretti, una de las principales fabricantes de embarcaciones del mundo, las de Brasil representaban menos del 5% de sus ventas mundiales en 2007, según Christiansen. Pero este año se espera que lleguen a los 290 millones de dólares, o el 40% de sus ventas totales. Ferretti inauguró hace dos meses un astillero de 310 millones de dólares en las afueras de San Pablo para hacer frente a la demanda. Se espera que ese astillero produzca 120 embarcaciones al año cuando esté funcionando a pleno. En los dos últimos años, más de una docena de fabricantes de embarcaciones caras abrieron astilleros en Brasil o llegaron a acuerdos con firmas locales para vender sus modelos, pese a que los impuestos de importación pueden llegar al 100 por ciento.
"Jamás me imaginé que llegaríamos a este nivel, ni que los mercados tradicionales caerían tanto", expresó el ejecutivo. "Los fabricantes ingleses, franceses y estadounidenses están concentrándose en este mercado. Llevo más de tres décadas en este negocio y veo una invasión de extranjeros. Es como que han descubierto Brasil". Los brasileños, por su parte, están descubriendo la vida lujuriosa. La firma consultora Association of Executive Search Consultants dice que los ejecutivos de San Pablo ganan hoy más que sus colegas de Nueva York, Londres, Hong Kong y Singapur y están desembolsando fortunas en el mercado del consumidor.
Es así que las ventas de artículos de lujo en Brasil ascendieron a 8.900 millones de dólares el año pasado, lo que representa un incremento del 28% respecto a 2009, de acuerdo con un estudio de GfK Custom Research Brasil y con la consultora MCF Consultoria. En los dos últimos años, abrieron locales en Brasil firmas como Chanel, Hermes, Jimmy Choo y Lamborghini. Cuando no están de compras en los centros comerciales, los ejecutivos brasileños navegan en sus yates cerca de Santos, al sur de San Pablo, el principal centro financiero de Brasil, o a lo largo de la costa verde al norte de Río de Janeiro.
Christiansen y otros dicen que los embarcaderos que cubren los 7.400 kilómetros (4.600 millas) de costas de Brasil están llenos a capacidad. "Siempre nos dijeron que Brasil era el país del futuro, pero no sabíamos cuando llegaría ese futuro", expresó Ernani Paciornik, pionero de la industria marítima brasileña, que organiza exhibiciones internacionales de yates en San Pablo, Río y el sur de Brasil. "Creo que el futuro ha llegado". Hacia 2020 se calcula que habrá un millón de familias millonarias en esta nación de 190 millones de habitantes, un 230% más que en la actualidad, según el informe de Deloitte.
"Hay un interés especial en los mercados emergentes. BRIC, BRIC, BRIC, BRIC, todo el mundo habla del BRIC", expresó Ellie Brade, editor de la revista neozelandesa Superyacht Intelligence magazine, especializada en embarcaciones de al menos 30 metros (100 pies). BRIC es un término que se usa para aludir a Brasil, Rusia, India y China. Giovanni Luigi, director ejecutivo de YatchBrasil, la firma que más embarcaciones vende en Brasil, hace notar que el país tiene también numerosos ríos y lagos, y que ese mercado todavía no ha sido explotado. Dice que su empresa proyecta un aumento del 28% en sus ventas este año, tras generar 840 millones de dólares en los últimos cuatro años.
Eduardo Colunna, presidente de la Asociación Brasileña de Fabricantes de Embarcaciones, no es tan optimista. Afirma que las empresas extranjeras pueden estar haciendo pronósticos demasiado exagerados y que las ventas se verán afectadas por la escasez de embarcaderos aptos para los yates. El propio Colunna, no obstante, pronostica un crecimiento del mercado del 10% al año. Christiansen es de los que piensan que el boom no se frenará a corto plazo, a pesar de que se pronostica una pequeña desaceleración de la economía. "Antes le vendía embarcaciones a personas extremadamente ricas, dueñas de empresas, nunca a un alto ejecutivo. Sólo a los propietarios", comentó. "Eso cambió. Ahora en Brasil se premia más a la gente capaz. Se compensa con bonificaciones a la gente por sus éxitos y la gente quiere gastar su dinero".
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