Steve Wozniak aún es fan de Apple. Y muy fiel. Tanto que se unió a la masa de seguidores que pasó la noche en vigilia aguardando la venta del nuevo producto. Y no es la primera vez. Los periodistas californianos ya lo saben. Y probablemente Woz, como se lo conoce en el ambiente, también sabe que lo saben. Por eso, ambas partes, aún sin ponerse de acuerdo previamente, suelen encontrarse en el "lugar de siempre", horas antes de la apertura del local de venta de tecnología de última generación. Equipado con su silla desarmable, al igual que varios de los demás campistas que aguardan -iPad en mano, por supuesto- que se abra la puerta del negocio, el hombre que estaba junto a Steve Jobs en el garage de su casa al momento de fundar Apple sonríe tranquilo. La empresa ha crecido un poco. Incluso podríamos afirmar que hace tiempo que ha escapado al control de sus originales dueños. Así, Woz ya no forma parte del asunto y se limita a aguardar que los nuevos productos lleguen a Los Gatos, en California. Allí reside...
¿La verdad? Ya ha encargado dos aparatos que están camino a su domicilio, pero quiere un tercero, adquirido "al viejo estilo", para regalarle a su esposa. También es cierto que lo suyo va acorde a un sentido del humor que ha sido marca de identidad a lo largo de toda su carrera como ingeniero tecnológico, durante los años en que diseño las Apple I y II, y también después de 1985, cuando dejó la compañía para dedicarse a Cloud 9, su proyecto de mandos a distancia.
Hace cuatro años ya estuvo en Valley Fair, donde aguardó nueve horas junto a otros fans de la manzanita. Esta vez, se aposentó a las 14:00 del jueves -consiguió el quinto lugar en la fila- sobre la transitada avenida Santa Cruz, esperando que en la mañana de este viernes se inicie la venta del nuevo teléfono. Mientras tanto, gozará de una dosis de admiración y cariño popular, a través de su iPad o personalmente. Sus vecinos de Los Gatos, donde ha sostenido desde hace más de una década una serie de proyectos filantrópicos, no se enojarán si el creador de Macintosh les golpea la puerta a mitad de la noche para pedir permiso. A fin de cuentas, cualquiera puede tener necesidad de pasar un minuto por el toilet.
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