Es una actualización de la tradicional pila de níquel-hierro creada por Thomas Edison hace más un siglo. Su velocidad de recuperación será clave para la industria de los autos eléctricos. En 1902, el inventor estadounidense y su socio Waldemar Jungner fabricaron una batería con dos electrodos, uno de níquel y otro de hierro, sumergidos en una solución alcalina.
Su principal ventaja era que los materiales básicos eran relativamente abundantes y baratos, y la solución inofensiva en comparación con las baterías a base de plomo y ácido. Estas baterías fueron comercializadas para los automóviles hasta los años 1920. Luego desaparecieron del sector porque no podían competir con los motores de gasolina.
Estas baterías siguieron empleándose a modo de fuente energética de recambio en los ferrocarriles y las minas hasta los años 1970. En la actualidad, sólo unas pocas empresas fabrican aún este tipo de baterías, principalmente para almacenar los excedentes de electricidad generados por los paneles solares o las plantas eólicas.
Las cosas podrían cambiar con la innovación aportada por Hongjie Dai, un químico en la universidad californiana de Stanford, y su equipo. Los investigadores han mantenido la misma base de níquel y hierro para los electrodos, pero les han añadido unos nanotubos de carbono y grafeno, un material revolucionario constituido de una capa de carbono de apenas un átomo de grosor. "Esto permite que las cargas eléctricas se desplacen rápidamente entre los electrodos y en el circuito exterior. El resultado es una versión ultrarrápida de la batería de níquel-hierro", explicó el profesor Dai en un comunicado.
La versión futurista de la batería de Edison puede recargarse en dos minutos y medio y descargarse en menos de medio minuto. De momento, sólo se ha fabricado en laboratorio un pequeño prototipo de un voltio, capaz de alimentar una linterna. El aparato tiene no obstante una densidad energética mil veces superior a la versión de Edison.
"Es probable que nuestra batería no sea capaz por sí sola de propulsar un automóvil eléctrico, porque su densidad energética no es ideal. Pero podría ser un apoyo para las baterías de iones de litio, dándoles una potencia añadida en la aceleración", apunta uno de los científicos del proyecto, Hailiang Wang. Además de aportar un apoyo al motor principal, la nueva batería de níquel-hierro se recargaría rápidamente gracias a la energía recuperada del frenado del vehículo.
0 comentarios:
Publicar un comentario