Ecclestone anticipó en 2011 que su dominio se mantendría por mucho tiempo y el hombre de Red Bull no defraudó. En el GP de Brasil se transformó en el tricampeón más joven. "La competencia que Sebastian enfrenta es mucho más grande que la que enfrentó Michael (Schumacher).
Y no veo ninguna razón por la cual no debería haber una era Red Bull tal como Ferrari tuvo la suya", la declaración del patrón de la F1 data de junio de 2011, cuando el alemán aún no había conseguido su segunda corona.
Bernie Ecclestone nunca dudó sobre la existencia de un piloto sobrenatural, capaz de derribar cualquier obstáculo y romper todos los récords. Con 23 años fue el campeón más joven en la historia y con 25, en su vitrina personal ya colecciona tres trofeos de campeón mundial. Tres títulos en 100 carreras.
El abrazo al finalizar la carrera de ’Schumi’ con Vettel simboliza, además de una felicitación a su compatriota, un pedido de no alterar su récord de heptacampeón. Es que Sebastian no tiene techo. Nadie consigue imaginar hasta dónde puede llegar con semejante talento y el respaldo de una monoplaza cada vez más dinámica. En Brasil escribió otra página soñada en la historia del deporte motor con su tercer Mundial consecutivo. Justo en el país de Ayrton Senna, quien tenía el récord de tricampeón más joven en la historia de la F1.
Por ese entonces, el brasileño tenía 31 años, los mismos que tenía Michael Schumacher cuando conquistó el tercero de sus siete títulos.
"Siempre siguió creciendo: como piloto y como persona", describió Christian Horner, jefe de Red Bull. En el equipo austríaco lo definen como un hombre de sangre fría a la hora de salir a la pista, sin aires de grandeza. Y aseguran que en privado es un hombre divertido y amante de la familia. Su padre fue quien le inculcó el amor a las carreras.
0 comentarios:
Publicar un comentario