La muerte, con sus colores blancos y grises, representa parte de la realidad de todo el que nace. Y es que, como dice el refranero popular dominicano: “Para morir solo hay que estar vivos”.
Representa un tema tabú para muchos, en el que detenerse a pensar resulta incómodo; sin embargo, el triste momento de la pérdida de un ser querido se convierte instantáneamente en un evento masivo rodeado de detalles.
Cleto García, miembro del Sindicato de Trabajadores de la Construcción, dedicados a la labor de zacatecas, afirma que “el costo de enterrar a alguien depende de lo que se quiere hacer y de la economía del doliente”.
Destaca que aquellas personas que no poseen suficientes recursos para costear una zona cómoda y de fácil acceso en el camposanto se ven en la necesidad de enterrar a sus familiares en una “zona c”, que según explica, se trata de la parte recóndita, es decir, más alejada de la entrada del cementerio.
“Para una persona enterrar a alguien debe disponer de unos diez mil pesos, mínimamente”, subraya García, quien lleva 41 años en este oficio.
Aunque la experiencia popular dicta que solo se puede utilizar los servicios de los “buscones” al momento del entierro, el administrador del Cementerio Cristo Redentor, José de la Rosa Méndez, afirma que “cada persona puede traer al albañil que quiera para enterrar a su pariente. Nosotros solo supervisamos”.
“Aquí hay terrenos que ya no se venden porque ya no existen. Los que son A, de primera, que son los que tú ves ahí delante cerca de la calle, ya esos están ocupados. Para A de segunda también todos se agotaron.
De esas cuatro categorías tenemos disponibles nada más B de segunda”, dice Méndez refiriéndose a la disponibilidad actual de las diferentes categorías en las que se divide este cementerio.
En cuanto a las formas de pago en el Cristo Redentor y demás cementerios públicos del Distrito Nacional, Méndez dice que “por lo general tenemos un plan.
Se paga un 50% y luego por cuotas de RD$500 mensuales. Tú tienes una bóveda y se te muere una persona, nosotros lo que te cobramos es el derecho a enterramiento”.
Los años de vida del cementerio Cristo Redentor parecen estar contados. Méndez estima que este sacramental podría durar unos 10 años más. “Aquí hay familias con 40 nichos. Tenemos terrenos vacíos pero ya hay algunos que aunque no están ocupados, algunas familias ya los han adquirido”.
Méndez también compartió su experiencia al decir “a mí se me murió mi padre recientemente. Yo gasté 15 mil en el ataúd y era un establecimiento de un amigo mío que me lo dejó cómodo. De no ser así habría gastado solo en el féretro 30 mil pesos”.
“Nosotros no hablamos de los planes por costos. Tenemos tres tipos: confort, elegant y platinium. La familia tiene un abanico de posibilidades, se afilia a un plan en específico, cuando llega el momento puede hacer ajustes”, explica María Herrera, directora del centro de atención del cementerio Jardín Memorial.
En este camposanto, en funcionamiento desde 2004, “una persona no preparada tiene que pagar RD$250 mil o más al contado”, afirma Herrera, quien también se refirió al “plan platinium” en el que la familia pagaría una mensualidad de unos 15 mil, y que según ella, “es un plan muy cómodo”.
El peor hasta para morir
El próximo año, en República Dominicana, el peor país para morirse según The Economist Intelligence Unit (EIU), se realizará el XVII Encuentro Iberoamericano de Valorización y Gestión de Cementerios Patrimoniales, con el objetivo de impulsar políticas públicas que mejoren las condiciones para los cementerios como seguridad, iluminación, viabilización de las vías de acceso y mejora de las infraestructuras en sentido general.
Mientras esta fecha llega, los dominicanos no solo siguen muriendo sino que también siguen pagando uno de los eventos más costosos de toda su vida: la muerte.
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