Los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos tienen una distancia de apenas dos puntos, según el estudio de Emerson College, que también reveló una diferencia clave sobre la forma de votación entre los simpatizantes de cada partido.
Luego de las convenciones en el que los principales partidos de EEUU confirmaron oficialmente a Donald Trump y Joe Biden como sus candidatos a las elecciones de noviembre, la primera encuesta tras los eventos arrojó una distancia de apenas dos puntos entre los contendientes, dentro del margen de error.
El demócrata continúa liderando la carrera con un 49% de intención de voto, reportó el sondeo de Emerson College, una de las encuestadoras mejor valoradas por el portal FiveThirtyEight, especialista en estadísticas políticas. Por su parte, el líder republicano obtuvo un 47% de las preferencias.
“La Convención Republicana le dio a Trump su semana más positiva de cobertura de noticias, lo que probablemente aporta a su aumento en el aumento de su popularidad”, explicó Spencer Kimball, director de la agencia.
Con estos resultados, el promedio de encuestas de FiveThirtyEight redujo ahora a 7 puntos la distancia entre ambos candidatos, mientras que el de RealClearPolitics muestra una brecha de 6 puntos. Se espera que en los próximos días se publiquen los estudios encargados por CNN, ABC/Washington Post y Fox News para tener un panorama más completo del escenario post convenciones.
Si bien otros estudios daban una distancia de hasta más de 10 puntos entre los candidatos, en julio Emerson ya reportaba una menor ventaja del ex vicepresidente, de apenas cuatro puntos. De todas formas, los relevamientos apuntan a un sistema de voto popular que no necesariamente va de la mano con los resultados del colegio electoral. A ello se suma la incertidumbre por el coronavirus, que se espera que provoque cifras sin precedentes de votos por correo.
En ese sentido, la encuesta también mostró una diferencia sustancial y partidaria entre la forma de votación: aquellos que planean votar el mismo 3 de noviembre Trump tiene una amplia ventaja (57% a 37%), pero los que tienen pensado sufragar por correo, en su mayoría para evitar contagios, prefieren a Biden por 67% a 28%. De conc primeros resultados que se conozcan en la noche mostrarían primero al actual presidente, pero la brecha se iría achicando con el correr de los días o semanas de conteo.
De todos modos, en los dos meses que restan de campaña hay todavía un paso clave: los tres debates previstos para el 29 de septiembre y el 15 y 22 de octubre. Serán las oportunidades de mayor repercusión para que los candidatos destaquen los contrastes, alienten a su base y convenzan al segmento, pequeño pero crucial, de votantes indecisos.
El equipo de Biden confía en que los enfrentamientos dejen en evidencia los escándalos de Trump, mientras que el presidente espera que su rival cometa otro desliz que lo muestre como senil. Esta semana, los candidatos ya volvieron al ruedo de campaña, recorriendo el país. Trump seguirá tratando de recuperar el voto suburbano, así como de las mujeres, las personas mayores, y ganar el de los independientes y los que no votaron hace cuatro años. Para ello pintará el panorama de una elección entre la anarquía y el orden, entre el socialismo extremista y la prosperidad económica. No importa que Biden sea un representante del establishment desde hace décadas y Kamala Harris, su compañera de fórmula, una ex fiscal. La táctica de Trump se basará en el miedo. Si la campaña de 2016 es un indicio, cabe esperar que Trump aplique una estrategia de tierra arrasada si considera que está perdiendo en octubre.
Biden seguirá argumentando que Trump representa una amenaza fundamental a la democracia, que es un hombre egoísta, corrupto, incapaz de sentir solidaridad. Se presentará como un hombre sereno y experimentado con una agenda progresista en materia de cambio climático y justicia criminal, aunque no tanto como para servir de fachada para una toma “extremista” del poder como lo pinta Trump. La campaña de Biden cree los votantes lo conocen lo suficiente como para que las descripciones de Trump no convenzan a nadie más allá de su propia base. Consideran que el mensaje de Trump abre la posibilidad de una amplia coalición que incluya desde progresistas que no aman al candidato hasta republicanos moderados.
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