Tenemos que remontarnos a los tiempos de oro en que Michael Jordan, Scottie Pippen y companía salían a barrer el polvo para entender una situación semejante. El aire que se respira en las calles de Chicago es tan esperanzador que no hace falta acercarse a la célebre ópera lírica de la ciudad para escuchar los acordes del éxito. La estatua del ídolo máximo de los Bulls ubicada en las puertas del United Center luce, emulando los ojos de los fanáticos, cada día más brillosa. No es para menos: la música planteada por el director Tom Thibodeau se torna contagiosa con artistas de la talla de Derrick Rose, Joakim Noah, Carlos Boozer y compañía. Jerry Reinsdorf, propietario de la franquicia, señaló días atrás que este equipo "podía pelear por múltiples campeonatos". MJ coincidió y dijo que podían ganar "seis o más campeonatos". Y pese a que algunos los tildaron de locos con destellos de optimismo, los Bulls tienen razones reales para pensar en que un campanazo en postemporada puede ser más que posible. ¿Acaso han visto de cerca a este equipo de Chicago? Es otro ejemplo notable de un equipo brillante que vuela bajo el radar. Es, por momentos, un Picasso escondido en un cuarto oscuro. Y por más que muchos no lo vean, eso no significa que deje de ser un Picasso. Tarde o temprano se conocerá su valor.
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