Casi medio millón de viviendas estaban el viernes sin energía eléctrica en el noreste de Japón debido a un nuevo sismo que dejó tres muertos y exacerbó las penurias en una región a la que devastó en marzo un tsunami. La costa nororiental todavía no se recupera de la destrucción que le causó el 11 de marzo un movimiento telúrico de magnitud 9 que interrumpió el suministro de energía eléctrica y de agua potable a decenas de miles de viviendas. La réplica del jueves tuvo magnitud de 7,1, causó estropicios en otras zonas y anuló los avances que habían logrado algunas comunidades. Se volvió a presentar escasez de gasolina y había largas filas de personas en las estaciones de venta de combustible. Las tiendas reabastecieron sus existencias, pero para el viernes estaban agotados artículos básicos y los establecimientos se vieron obligados a racionar algunos productos. El sismo más reciente causó muchísimo menos daño, no desató un tsunami ni propició daños en las plantas nucleares de la región. Se fugó agua poco radiactiva en una planta, pero el complejo Dai-ichi de Fukushima no tuvo más problemas a pesar de las averías que le causó el tsunami anterior. Matsuko Ito, quien vive desde el tsunami en un albergue de la pequeña ciudad de Natori, en el noreste de Japón, dijo que no se acostumbra al terror de que lo despierte un movimiento telúrico. Dijo que lloró y gritó cuando ocurrió el sismo a las 23:30 horas. "Ya basta", dijo Ito, de 64 años, mientras fumaba un cigarrillo en el exterior. "Algo ha cambiado. El mundo parece extraño ahora. Incluso no está bien cómo se mueven las nubes".
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