Desde hace seis años, todas las tardes Capitán se acuesta junto a la lápida de su amo y se niega a regresar a su casa. La increíble historia ocurre en la ciudad argentina de Villa Carlos Paz. Cuando Miguel murió, el 24 de agosto de 2006, el perro que él había llevado al hogar como una sorpresa para su hijo se fue sin rumbo cierto ante la inaceptable ausencia de su dueño.
Al tiempo volvió, olfateó cada rincón y se fue. “Se quedó un tiempo viviendo fuera, a unos metros, a mitad de cuadra de la casa”, cuenta Verónica, la viuda.
Luego de varias ausencias de Capitán, la mujer y su hijo lo pensaron muerto o adoptado por otra familia. Sin embargo, su destino no había sido ninguno de los que ellos hubieran podido imaginar.
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