Cada noche, unos 38 millones de personas miran la exitosa serie que este viernes llega a su fin. Ha logrado que la presidente Dilma Rousseff modifique su agenda. La exitosa novela Avenida Brasil retrata a los habitantes de los suburbios de Río de Janeiro ruidosos y sin modales, aunque trabajadores y solidarios. Espejo para millones de brasileños que salieron de la pobreza, este viernes llega su capítulo final tras romper récords de audiencia.
La fiebre de Avenida Brasil ha afectado incluso la agenda de la presidente Dilma Rousseff, que tuvo que cambiar la fecha de un acto en apoyo al candidato del Partido de los Trabajadores para la Alcaldía de San Pablo con el fin de que no coincida con el último capítulo de la novela. Tradicionalmente, “la novela de las 9” en el país carioca logra a cautivar a unos 38 millones de personas, que permanecen cada día pegadas al televisor. Actualmente, en ese horario no se habla de otra cosa que este programa sobre ex pobres que transmite la televisora Globo.
Avenida Brasil es también un fenómeno en las redes sociales, donde es comentada por millones de personas en tiempo real. En Río hasta se pueden ver algunos taxistas que miran la novela mientras conducen.
Rousseff asistirá el viernes a otro acto político en Salvador, aunque éste culminará antes del comienzo de la telenovela.
Para evitar la deserción de militantes, el PT ha decidido colocar en el local una pantalla gigante para ver el capítulo final una vez terminado el mitin. La novela es la más comentada de los últimos años, incluso en los programas informativos de la televisión y en las portadas de los diarios populares. La población brasileña ha incorporado expresiones de la trama a su lenguaje cotidiano y en los partidos de fútbol, los hinchas gritan el nombre de Divino cuando el equipo juega mal, comparándolo con el combinado ficticio de la tercera división.
Para crear la trama, su autor, João Emanuel Carneiro, se inspiró en la denominada "clase C" (clase media baja), que representa a casi el 55% de la población de este país, sexta economía del mundo con casi 195 millones de habitantes.
Las filas de la clase C fueron engrosadas con las políticas sociales del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), que continúa su sucesora Rousseff y que ya han sacado a más de 40 millones de personas de la pobreza.
"Fue una gran idea centrar la novela en la clase media emergente, es el reflejo del nuevo Brasil, de las familias que ascendieron, consiguieron dinero, pero no necesariamente modales", explicó a la AFP el sociólogo Geraldo Tadeu, del Instituto Universitario de Investigación de Río.
En la serie se explota el estereotipo del suburbano carioca, que sólo come arroz con frijoles y lee únicamente revistas de chismes. Un experto en tomar cerveza, ir al salón de belleza y bailar sensuales ritmos en fiestas populares.
"Es la primera vez que el centro de gravedad de una novela está en esta clase del suburbio", añadió Tadeu. "Es una clase emergente, que está consumiendo y tiene orgullo de lo que es, esto es muy importante", dijo Mauro Alencar, especialista en teledramaturgia brasileña, en una reciente entrevista con Globo News.
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