Las víctimas ucranianas de la catástrofe ocurrida en la ex Unión Soviética recordaron esta semana lo vivido en abril de 1986. La catástrofe podría haber sido controlada si se hubiera pedido ayuda internacional. Cualquier ucraniano mayor de 35 años puede decir exactamente dónde estaba cuando escuchó la noticia sobre el accidente en la planta de Chernobyl. "Me acuerdo que llamé a mi esposo. Hubo rumores durante días sobre un accidente nuclear. Hasta habíamos colgado mantas en las ventanas para evitar la radiación porque no sabíamos qué hacer", recordó Natalya, una analista financiera de 46 años que ahora vive en Kiev. Su marido trabajaba de periodista en un diario. "Me dijo que hubo un incendio en la planta atómica en Chernobyl. Esa fue para mí la primera confirmación de que el reactor había colapsado", dijo esta semana, sentada en el escritorio de su oficina en el centro de la capital. "No sabíamos qué esperar. Fue horrible", contó. Mientras Japón lucha por prevenir una fusión del núcleo en su planta Fukushima Daini, afectada por el terremoto, los ucranianos se preparan para recordar el 25 aniversario del peor accidente nuclear del mundo. Los legados físicos y económicos de aquel desastre son obvios: un anillo deshabitado de 30 kilómetros alrededor de la planta de Chernobyl, miles de millones de dólares gastados para limpiar la región y un masivo esfuerzo por recaudar 600 millones de euros (840 millones de dólares) en nuevos fondos que, según Kiev, se necesitan para construir una muralla más resistente sobre el reactor afectado.
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