Cuando Barry Bonds entró en el tribunal federal de San Francisco el 4 de diciembre del 2003, su palmarés profesional era de 658 jonrones, el béisbol no había implementado los análisis de dopaje con sanciones y hacía casi 50 años que los Gigantes habían ganado su último título de la Serie Mundial. Mucho ha cambiado desde que el pelotero respondió durante 2 horas y 53 minutos a las preguntas de dos fiscales adjuntos y los miembros de un jurado de instrucción que investigaban el uso de drogas en los deportes. La era de los esteroides en el béisbol parece haber quedado atrás, al menos parcialmente, desde que los jugadores y propietarios de los clubes instituyeron los análisis obligatorios, que luego hicieron más estrictos en tres ocasiones. Bonds ganó su séptimo galardón de Jugador Más Valioso en el 2004 y superó la marca de cuadrangulares de Hank Aaron en el 2007. Luego, el 15 de noviembre del 2007, 50 días después de su última salida al bate como profesional y 100 días después de pasar a Aaron, Bonds resultó procesado y acusado de mentir al jurado investigador cuando negó haber usado a sabiendas drogas para mejorar su rendimiento. Aunque quiso seguir jugando, ninguno de los 30 equipos de Grandes Ligas lo intentó contratar. Sin él, los Gigantes ganaron el año pasado su primer título desde 1954.
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