La investigación de un instituto estadounidense reveló que estos postres liberan mecanismos similares a los que impulsa la cocaína en el cerebro. Ya se había probado que las personas pueden ser adictas a algunos alimentos. El estudio, realizado por científicos del Instituto de Investigación de Oregon, mostró que comer en exceso alimentos con "alto contenidos de grasa o azúcar" puede cambiar la manera en cómo el cerebro responde a los estímulos, y hacer descender el "sistema de recompensa". Es decir, el cerebro se queda con ganas de más, de la misma forma que una persona que consume cocaína en forma regular...
Para comprobarlo, los investigadores estudiaron a 151 adolescentes -de entre 14 y 16 años- que habían sido calificados con un peso saludable. Los entrevistaron sobre sus hábitos alimenticios y les dieron de comer un helado mientras escaneaban sus cerebros. Los resultados mostraron que los jóvenes que habían ingerido helado en las semanas anteriores lo disfrutaban menos. Tal como sucede con los adictos, el placer enviado al cerebro cuando lo satisfacen era menor debido a la liberación de niveles más bajos de dopamina. "Este patrón de regulación a la baja se ve con frecuencia en el uso de drogas, donde más de una persona utiliza ese medicamento y recibe una menor recompensa por hacerlo", aseguró el médico Kyle Burger, del mencionado instituto de investigación.
Se cree que esta tolerancia aumenta el consumo de drogas o comidas, ya que el objetivo del individuo es tratar de alcanzar su anterior nivel de satisfacción. "Si se repite, el consumo excesivo de alimentos ricos en grasas o azúcar puede alterar la forma en que el cerebro responde a esos alimentos, de una forma que perpetúe el consumo". El estudio, publicado en el sitio web de la revista American Journal of Clinical Nutrition, parece reafirmar las investigaciones previas en las que se demostró que las personas pueden llegar a sentirse "adictas" a algunos alimentos.
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