Kelvin Santos, de 2 años, había fallecido de neumonía en un hospital de Belén. Durante su funeral, se incorporó en el féretro y llamó a su padre, pero no sobrevivió. El milagro duró sólo un instante. Luego de que los médicos les entregaran el cuerpo del niño, los familiares lo llevaron a la casa y, tras hacer los preparativos necesarios, se dispusieron a velarlo. Al día siguiente, una hora antes del entierro, escucharon la voz que jamás creían volver a oír.
"Papi, ¿puedo tomar un poco de agua?".
"Todos empezamos a gritar, no podíamos creer lo que veían nuestros ojos. Luego pensamos que se había producido un milagro y que nuestro hijo había vuelto a la vida", contó Antonio Santos, el padre. "Entonces, Kelvin simplemente se acostó como antes. No pudimos despertarlo. Estaba muerto nuevamente", agregó.
Cuando al retornar al hospital los doctores lo revisaron y le confirmaron que no tenía signos vitales, Santos no quería creerlo. "Me aseguraron que estaba realmente muerto, pero no me dieron ninguna explicación por lo que vimos y escuchamos", relató.
Demoraron un tiempo más el funeral, pero al convencerse de que no había nada para hacer, decidieron enterrarlo.
"Los muertos no se levantan y hablan como si nada, tal vez no lo examinaron bien. Estoy decidido a descubrir la verdad", aseguró Santos, que está convencido de que los médicos cometieron mala praxis. Por eso presentó un reclamo formal ante la Policía, que inició una investigación.
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