El régimen de Mahmud Ahmadinejad está haciendo trabajar a pleno la máquina de ejecutar. Desde enero, 125 prisioneros fueron ahorcados, muchos de ellos en las plazas de las ciudades.
En 2010 hubo 252 ejecuciones, según Amnesty International. Pero al ritmo que llevan las autoridades este año, esa cifra será ampliamente superada. Esta semana, ahorcaron a un condenado por violación en la ciudad portuaria de Bandar Abbas, según informó la agencia oficial de noticias ISNA. Esto elevó el número de ejecuciones a 125 según un conteo basado en la información periodística y de informes oficiales. La cifra convierte a a Irán en uno de los países que más aplica la pena de muerte, superado sólo por China.
El 14 de mayo pasado, por ejemplo, siete hombres fueron ejecutados por tráfico de droga y otros cuatro por violación. Las autoridades no suelen dar información adicional sobre los condenados ni detalles de sus juicios. Tres de los reos fueron ejecutados en público, en la ciudad de Yazd, una práctica a la que el régimen islámico es aficionado. Se montan escenarios para lo que acaba siendo un espectáculo macabro: vallas para cortar el tránsito en la calle, tablados para que el público no pierda detalle y las grúas -normalmente usadas en construcciones- de las cuales colgarán los desdichados. Estos llegan al lugar escoltados por policías, esposados y vendados.
En la segunda semana de mayo, las ejecuciones fueron 25, seis de ellas en la plaza pública. El detalle, según el Consejo Nacional de la Resistencia Iraní, es el que sigue:
14 de mayo: 3 ejecuciones en Qazvine y Tonokabon
13 de mayo: 4 en Kerman
12 de mayo: 4 en Yazd (3 en público, ya mencionadas)
10 de mayo: 5 en Oroumieh
8 de mayo: 9 en Ahvaz (6 en la prisión, 3 en público)
El CNRI denuncia también que antes de las ejecuciones públicas, los detenidos son exhibidos por las calles de las respectivas ciudades, y que el régimen busca así intimidar a a la población, para desalentar expresiones de descontento. Cabe recordar que, de acuerdo al código penal vigente en Irán, también la homosexualidad, el adulterio y la ofensa hacia Dios pueden ser castigados con la pena capital.
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