En un país con sistema de colegio electoral, el presidente no sólo debe conseguir más votos que su contrincante, sino que debe hacerlo en los estados indicados. Latinos, jóvenes e independientes, las claves. Como su nombre lo indica, los Estados Unidos son una confederación de estados.
Por eso, cuando los votantes vayan a las urnas el próximo martes votarán en tanto ciudadanos estadounidenses pero también como ciudadanos del estado en el que residen.
El sistema de voto indirecto, con colegio electoral, tiene en los EEUU una particularidad: otorga un gran peso a los estados, dándole la totalidad de los votos electorales al partido que se impone en cada estado. Por eso, para poder analizar los posibles escenarios electorales hay que dejar de lado los sondeos que se difunden a nivel nacional y analizar la situación interna de cada estado.
Bajo esa premisa, los 50 estados estadounidenses pueden dividirse en tres grupos: aquellos de tradición demócrata (California, Nueva York, entre otros), aquellos típicamente republicanos (Texas, Luisiana, Mississippi, Alabama, Georgia) y los conocidos como “swing states”, estados con votantes independientes, que deciden su voto por uno u otro partido de un modo diferente en cada elección.
Los “swing states” son los estados donde se concentra la batalla electoral, donde ambos partidos invierten gran parte de su presupuesto en publicidad y, por supuesto, donde en última instancia se define la elección. El más importante de este grupo es Florida, el cuarto distrito de los EEUU por cantidad de población, con 29 votos electorales. En el 2000 fue epicentro de una de las mayores controversias electorales en la historia del país, cuando George W. Bush se impuso sobre Al Gore rodeado de múltiples denuncias de irregularidades. En esa oportunidad, fue la Corte Suprema de Justicia quien decidió que el ganador era Bush, desestimando el pedido de recuento de votos de los demócratas.
En 2004, Bush volvió a imponerse, pero el estado fue para los demócratas en 2008, cuando Obama obtuvo su primer mandato.
En 2012, la suerte del presidente Obama en Florida está atada a la gran comunidad hispana (cubanoamericanos y puertorriqueños, tradicionalmente más cercanos a los demócratas) y a los jóvenes.
El candidato demócrata muestra allí una mínima ventaja en las encuestas, pero si logra que jóvenes e hispanos, dos grupos con un alto nivel de abstención, vayan efectivamente a votar, podría conseguir una victoria más holgada.
En una contienda tan dura y con el resultado tan ajustado, nadie quiere repetir la experiencia del 2000, por lo que habrá que esperar hasta la madrugada para tener los datos oficiales.
Ohio, el estado que "hay que ganar"
Segundo en importancia se encuentra Ohio, con 18 votos electorales. Su composición demográfica hace que muchos analistas afirmen que funciona como “muestra” a nivel nacional: tiene la misma proporción de población urbana y rural que a nivel nacional, relación que se mantiene también en términos etarios, religiosos y raciales. Sin embargo, en esta oportunidad el estado se encuentra en mejores condiciones económicas que la media nacional, con menor tasa de desempleo, lo que podría jugar a favor de los demócratas.
Existe una particularidad por la cual todas las miradas confluyen en Ohio: en los últimos 50 años, todos los candidatos que ganaron la presidencia ganaron en este estado. Un dato que los republicanos conocen y que los ha llevado a apostar fuerte allí.
Carolina del Norte: Obama quiere repetir la hazaña
Cuando en 2008 el presidente estadounidense se impuso en el estado, rompió una racha de nueve elecciones presidenciales para los republicanos. En esta oportunidad las cosas no serán fáciles para Obama, quien quiere quedarse con los 15 votos electorales que otorga el estado y para ello lo eligió como sede de la Convención Nacional Demócrata. No obstante, las encuestas dan una leve ventaja a Romney.
Virginia: un tercer candidato puede cambiarlo todo
En 2008, Obama logró romper una larga tradición conservadora que databa de 1964 por un margen del 7 por ciento.
Ahora, demócratas y republicanos muestran diferentes encuestas, en las que se atribuyen la victoria. En un intento por conseguir un estado clave para sus aspiraciones, Romney lo incluyó en su “rally” final. Allí, no sólo deberá competir contra el presidente, sino que un tercer candidato independiente, Virgil Goode, podría llegar a restarle hasta un 5% del voto conservador.
Wisconsin: el sueño republicano "vicepresidencial"
Con 10 votos electorales, es el último de los “swing states” de “dos dígitos”. El candidato republicano a la vicepresidencia, Paul Ryan, es oriundo de ese estado y es la gran apuesta republicana para romper una tradición demócrata que se remonta a 1984, cuando Ronald Regan obtuvo su reelección. Sin embargo, según los sondeos, Barack Obama está cerca de continuar allí la tradición.
Colorado: cambios demográficos con impacto electoral
Con 9 votos electorales, Obama obtuvo allí uno de sus mayores logros electorales en 2008, tras ocho de nueve presidenciales en manos republicanas.
Los cambios demográficos en el estado –más jóvenes y latinos– podrían beneficiar al presidente. Además, junto con la presidencia, Colorado plebiscitará cierta flexibilización en el consumo, producción y comercialización de la marihuana, una propuesta que cuenta con apoyo mayoritario en el estado y que acercaría votos a Obama. Hay encuestas contradictorias y el final está aún abierto.
El mapa de los "swing states" se completa con Nevada y Iowa (6 votos electorales cada uno) y New Hampshire. Si bien son estados pequeños, en una contienda muy ajusta, podrían ser definitorios. Mientras que nada está claro aún en Iowa, Nevada parece ser más favorable a Obama mientras que New Hampshire se inclinaría por Romney.
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