Esta sea quizás la única manera de emborracharse y conducir un vehículo por las calles de la ciudad. O algo así. El CityCycle es un híbrido entre un bus y una bicicleta; un tranvía a pedales, pero con una barra y mucha cerveza.
No es tan malo como suena al principio. Con capacidad para 15 personas (12 pedaleros, un conductor y dos vagos en la cola que sólo toman), la fuerza humana se hace suficiente para impulsar el bar-móvil, al tiempo que sus tripulantes disfrutan de un paseo por la ciudad amenizado por litros del elixir de cebada (siempre y cuando tampoco esté prohibido beber en la vía pública de los lugares donde transitaría).
Es cierto que es bastante lento (avanza a sólo unos 10 km/h), pero seamos honestos en que si fuera más rápido acabarían todos con sus copas vertidas encima. Y si algún borracho perdiera el equilibrio y cayera de su taburete sería mucho más peligroso. Aún así, parece poco responsable ir por las calles a velocidad ultra reducida y sin ningún tipo de seguridad. No sería poco probable que algún otro desprevenido o aún más borracho al volante acabara incrustado en el minibús.
Bajo el pasillo del medio tiene compartimientos con coolers, atrás lleva un barril de cerveza conectado a un dispensador y de su techo salen seis parlantes de su equipo de música. Habría que ver cuánto más avanza el carrito cuando sus pasajeros ya vayan por su tercera cerveza. De última, sirve para ir eliminando las toxinas al tiempo que van ingiriéndose…
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