jueves, 28 de abril de 2011

A horas de celebrarse la boda real, crecen el entusiasmo y los nervios en los alrededores de la Abadía.

¿Usará Kate Middleton tiara? ¿Quién habrá diseñado el vestido? ¿Y Guillermo, vestirá uniforme? ¿Se darán un beso al salir del templo?, se preguntan millares de curiosos que han invadido Londres, para la boda más mediática de la historia. A unas horas del enlace real, el entusiasmo y los nervios crecían frente a la Abadía de Wesminster, el templo medieval donde los novios reales se darán el viernes el "Sí", y en otros lugares por los que pasará el cortejo nupcial, donde acampan miles de turistas, curiosos, ardientes monárquicos y fotógrafos. La multitud en el Mall, una amplia avenida bordeada de árboles que une la plaza de Trafalgar al palacio de Buckingham, pareció enloquecer, cuando esta noche llegó inesperadamente el príncipe Guillermo, que repartió apretones de mano, sonrisas y saludos. Vestido con un jumper azul y pantalón kaki, el segundo en línea de sucesión a la corona de Inglaterra, parecía tranquilo, y se mostró cariñoso con la muchedumbre, antes de regresar a Clarence House, la residencia del príncipe Carlos, donde pasará la noche. En las cercanías del lujoso hotel Goring, donde Kate pasará su última noche de soltera, con su familia, se agolpan también decenas de reporteros, muchos de ellos dispuestos a quedarse allí hasta la salida de la futura princesa, el viernes poco antes de las 11H00 locales (10h00 GMT). Pese a que se ha levantado un baldaquín, los reporteros esperan vislumbrar el vestido de novia, el secreto mejor guardado de esta boda, que según las apuestas ha sido diseñado por Sarah Burton, la sucesora del fallecido Alexander McQueen. Según la oficina de turismo británica, unas 600.000 personas han llegado a la capital para la boda real, que será cubierta por unos 8.000 periodistas y seguida por unos 2.000 millones de personas en el ciberespacio. "Soy una incurable romántica y esta es la boda del siglo. ¿Cómo no iba a estar aquí?", dijo a la AFP Carole Foster, que llegó el miércoles de Canadá para asistir, de lejos, al enlace, y se sorprendió al ver a tanta gente frente a la Abadía, dispuesta como ella a "desafiar lluvia y desvelos".

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