lunes, 28 de mayo de 2012

En la India, crucifijo del que sale agua


Mientras los católicos aseguran que se trata de un milagro, un científico podría ir a la cárcel por considerar que se trata de un simple problema de cañerías rotas. En marzo, miles de católicos fervientes partieron en romería hacia un suburbio de Bombay para beber del agua que salía de los pies de un Cristo crucificado, convencidos de que se trataba de un líquido milagroso y purificador.

Después de haber examinado el goteo, Sanal Edamaruku, presidente de la Asociación racionalista india, afirmó que éste venía de una evacuación de agua y que representaba un peligro para la salud de sus consumidores. Sus declaraciones provocaron inmediatamente la ira de los grupos religiosos y una denuncia que lo acusa de propagar "el veneno anticatólico" fue presentada en Bombay, lo que podría costarle tres años de cárcel por blasfemia.

"No traten de hacer que India vuelva al oscurantismo", lanzó Sanal Edamaruku a sus detractores en un debate de televisión. Uno de ellos es Joseph Días, secretario general del Foro secular católico-cristiano, que le atribuye "un prejuicio encarnizadamente anticristiano". En un comunicado transmitido a la AFP, Días desmiente que el escape de agua del calvario haya sido presentado como un milagro divino pero al mismo tiempo refuta la teoría de Edamaruku.

Oficialmente, India es un país laico, pero la blasfemia sigue siendo un delito castigado en este inmenso país de mayoría hindú, compuesto de importantes minorías étnicas y religiosas (budistas, cristianos y musulmanes). La ley prohibe "los actos deliberados y malintencionados destinados a ultrajar los sentimientos religiosos de una comunidad, insultando su religión o sus creencias". Escudándose en el derecho a la libertad de expresión, los abogados de Sanal Edamaruku quieren recurrir al Tribunal Supremo para que se pronuncie sobre esta disposición del Código Penal que data de la época colonial.

Sanal Edamaruku compara la reacción de los católicos indios con la de los "fundamentalistas islámicos", que habían emitido una fetua, condenando a muerte al escritor Salman Rushdie después de la publicación de los Versos satánicos en 1988. Salman Rushdie, cuyo libro sigue estando prohibido en India por insultar al Islam, denunció recientemente en Nueva Delhi el "fanatismo religioso" que en enero le impidió participar en la mayor feria del libro indio en la ciudad de Jaipur.

"Siempre he dicho que hay dos Indias", declaró. "La del siglo XXI, que es progresista, moderna, científica y la India del siglo XVII, que nos hace volver a épocas oscuras de intolerancia, mojigatería y superstición", agregó. Sanal Edamaruku, de 56 años, conoce bien la polémica. Su asociación, que reivindica tener más de 100.000 miembros en un país de 1.200 millones de habitantes, fue creada en 1949 para promover el razonamiento científico en todos los ámbitos de la vida.

Desde hace treinta años, el hombre se ha dedicado a desenmascarar los "gurús" autoproclamados que pululan en todo el país amasando fortuna gracias a sus fieles. Edamaruku atacó en particular al célebre Sai Babá, que millones de indios consideran como un dios viviente, dotado de poderes sobrenaturales, y en cuya casa cuando murió, se encontraron casi cien kilos de oro, 307 kilos de planta y 115 millones de rupias (unos 2 millones de dólares) en efectivo.

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