jueves, 7 de abril de 2011

Trabajar en la casa no es un "cachú".

Muchas madres desean, suspiros incluidos, ahorrarse el tiempo invertido frente al volante o apretaditas en el asiento trasero de un carro publico, trasladando hasta la casa el espacio laboral.
Todo sería tan fácil, dicen ingenuas mientras cuentan las ventajas aparentes: te levantas cuando quieras, puedes trabajar en pijamas, sin maquillaje, tú decides cuando parar, no tienes el peso de la supervisión constante sobre tus hombros, etc. Y si, que tu casa sea también tu oficina tiene su encanto, no hay porque negarlo, ahora bien, prepárate porque detrás de esos beneficios hay una montaña de trabajo y tendrás que fajarte para escalarla. ¿Cómoooo? Tal como lo leíste. Las mujeres que trabajan en casa tienen horario corrido, no deben correr para entrar a tiempo a la oficina, pero tampoco pueden reclamar si hay una tarea que demande de horas extras. Son responsables hasta del mínimo detalle domestico que en su ausencia se resuelve sin contratiempos o se planifica con antelación (se acabo el gas, hay que comprar agua, no puedo ir a buscar el niño, etc.). Para que sus hijos lleguen a entender que mami está en casa pero que no se le puede interrumpir hay que librar una batalla campal. Los peques se sienten abandonados o se quejan porque mami no les presta atención, así que con frecuencia mamá detiene su labor para consolar a un chiquito que la necesita AHORA o amonestar a un grandecito que no entiende el significado de la palabra paciencia.

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